Esto
lo escribí hace como diez años, creo, a ver si les
gusta.
Le escribo
A la Riviera Maya... no lo sé, o a Quintana Roo, mi estado
adoptivo... tampoco lo sé. A mis hijos que están durmiendo
plácidamente y que me hacen inmensamente feliz ; o a mi esposa
Margarita, que está acostada en una cómoda hamaca
de algodón, en medio del viento que es más que una
brisa caribeña...ó escribo para mí que estoy
disfrutando la brisa con la vista de las luces de Cozumel en este
hermoso balcón, saboreando un Vino Tinto Chileno y el aroma
y gusto de un Puro de San Andrés Tuxtla, Veracruz...
Realmente
no se a quien le escribo, pero el placer de lo descrito, más
todo lo no descrito pero que se siente desde el corazón,
es algo de lo que tiene que quedar huella, y que mejor que unas
líneas con la riqueza de nuestra gramática española
para dejar evidencia de este momento...
Un
hombre que puede gozar del placer de contemplar a sus hijos mientras
crecen, y de saberse amado por su pareja, debe ser feliz, pero si
aunado a esa dicha, puede gozar también del placer que la
naturaleza nos puede brindar, como especialmente lo hace la playa
quintanarroense, y se puede aprovechar del buen sabor de un Habano,
aunque éste no sea precisamente de esa Ciudad Cubana, y del
deleite que propicia una copa de vino tinto, entonces es irremediablemente
feliz, si es que esa pequeña palabra puede describir lo que
yo siento...
Estoy
sentado frente a la negra noche, que por obscura no es menos hermosa,
recibiendo en el rostro el incesante golpeteo del viento, y escuchando
el acompasado ritmo del mar que va y viene sobre la playa, una y
otra vez con una monotonía que lejos de aburrir, embeleza
y emborracha tanto como el Vino Rojo de mi copa, produciendo el
mismo efecto romántico que invita a la reflexión y
aviva los sentidos...
El
frío que el viento hace sentir en el Caribe, y que parece
que hasta las palmeras sienten cada vez que se mecen, se mete hasta
el alma, pero es un frío bondadoso que no te obliga a cobijarte
en demasía, y te hace amar cada día más a esta
tierra prodiga y llena de esperanzas...
Así
me siento esta noche , romántico, enamorado de la brisa,
del sonido del mar y de la compañía de la familia
que he formado en Quintana Roo.
Sentado
en el balcón, en este mismo balcón del aire frío
caribeño con la Vista de Cozumel al frente, uno de mis hijos
me ha expresado su amor a su manera...me dijo, Papá, cuando
tú estés viejito yo te voy a comprar una casa en la
Playa !!
Abrigo
el profundo deseo de ser viejito y tener cerca a todos mis hijos,
y que el destino nos permita, estar en un balcón del aire
caribeño como el de esta noche, tomar un vino tinto y fumar
habanos, con la hermosa compañía de mi Margarita,
disfrutando de su hamaca de algodón, y soñar con todo
lo que te permite la imaginación en este paraíso de
nuestro querido México...
La
página anterior fue escrita quizá con unos cinco años
de diferencia sobre la actual. Sigo sin saber como aquel día,
a quien le estoy escribiendo, pero hoy que la volví a leer
me sentí con ganas de continuar
Quizá
alguien, algún día termine y le de forma a estos relatos.
Con
la gracia del Señor, sigo igualmente feliz de tener a esta
hermosa familia y de vivir en este paraíso que son las costas
del Caribe Mexicano. Mas viejo, con más canas, con mas experiencias,
pero aún con tantos afanes.
La
vida se hace corta para todo lo que un hombre sueña con hacer,
pero me cabe la dicha de que a través de los hijos se puede
uno extender en el tiempo, y ese tiempo que a veces parece corto
se va viviendo día a día, paso a paso y aún
cuando parece que se carece de él, es suficiente para ser
feliz, si se quiere. Yo soy feliz en mi tiempo, y espero tener suficiente
tiempo también, para gozar lo que de tiempo en tiempo te
van trayendo los tiempos; los de los hijos, y los de las propias
aventuras que uno va fraguando en el ir y venir cotidiano de esta
maravillosa experiencia que es la vida.
Salud
pues, curioso lector, quien quiera que seas, vive tu tiempo, disfrútalo,
y goza cada día como el último. Ya se que eso suena
trillado, pero que verdadero es, de otra manera como se podría
ser feliz.
Últimamente
he estado afanosamente trabajando en la escritura de algunos textos
que espero se conviertan en libros, y que espero también
sean del agrado de algún curioso lector, pero hoy que me
encontré con esta que improvisadamente titulé Escritura
Nocturna, sentí el impulso por continuarla y creo que continuaré
haciéndolo de cuando en cuando. Quizá algún
día, este, llegue a ser ese libro que espero sea leído.
Hoy también es de noche, como cuando empecé estas
cuartillas. Hoy no gozo de la brisa del Balcón del Aire,
pero si del calor entrañable e incomparable que proporciona
la paz de mi hogar. La sala está en silencio y la música
se apagó, mis hijos están fuera, y mi cariñosa
compañera duerme, pero hoy como muchos viernes estoy romántico,
que bueno que me encontré con estas páginas.
No
se cuando te escribiré de nuevo, pero ahora estoy seguro
de que lo haré, parece que estoy comprometido ya con La Escritura
Nocturna
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