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Notas Turisticas de Cancun
Otros
temás del Autor 2009: |
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Sergio el Conferencista de Mexico
Boletín
Informativo 2010: |
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"A
mi Abuela"
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Cancún,
Q.Roo, México, 19 deNoviembre del 2009
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Era
el año 1900 en la bella ciudad de Valparaiso, Chile cuando
nació Doña María.
Valparaíso es una hermosa ciudad en la costa del pacífico
Chileno, plagada de casitas y casonas con toque europeo construidas
sobre el acantilado como en las costas italianas. Con un funicular
de esos antiguos que sube por la montaña desde la orilla
del mar y que las familias utilizaban para llevar los víveres.
Su casco histórico es patrimonio de la humanidad declarado
por la UNESCO desde 2003. Clima frío casi todo el año,
mar aún más frío y en consecuencia magníficos
mariscos, que acompañados del delicioso chardonay chileno
resultan una delicia al paladar. Entre todas esas mágicas
fachadas, se encuentra una de las casas del poeta Pablo Neruda,
sin duda algo para visitar. Valparaiso es nostálgica, fría,
con un encanto especial, y quizá para mí el encanto
haya sido mayor al saber que en esta mágica ciudad nació
mi abuela un doce de octubre del primer año del siglo pasado.
Siempre recuerdo las anécdotas que mi abuela contaba acerca
de su niñez en Valparaiso y de las travesuras que la divertían
siendo la más pequeña de 12 hijos. Fueron largas las
tardes en casa alrededor de sus historias, que de pequeños
escuchábamos con curiosidad, sin saber entonces en donde
se encontraba ese lejano País que ella relataba.
De las múltiples historias contadas por la abuela, rescato
desde luego la que tiene que ver con mis orígenes, y cómo
llegó a México.
Por aquellos años las señoritas se comprometían
y se casaban muy jóvenes, aunque siempre he creído
que a la abuela se le pasó la mano. Por las historias y atando
cabos deduzco que casó la primera vez con un joven chileno
mas o menos a los 15 años de edad. Producto de aquel enlace
naciera la hermana mayor de mi padre, la Tía Anita, a quien
dedico unas líneas más adelante por considerarlas
de interés para el curioso lector.
Pareciera que las cosas no funcionaron bien con Don Carlos, y al
cabo de unos años la abuela se casaba con un mexicano, por
aquellas épocas, importante funcionario diplomático
del Gobierno de México; las fechas y los períodos
son sin duda imprecisos o inexactos, pero según los cálculos
estábamos cerca del año 1920.
Por razones que desconozco la pareja tiene que viajar a México;
parece que el funcionario Mexicano para entonces Canciller, es comisionado
a volver a la patria y es entonces cuando se embarcan hacia estos
rumbos, y que bueno que lo hicieron, de otra suerte quien les estaría
escribiendo a ustedes esta y otras columnas.
Entiendo que abordaron tremendo buque que supongo pasó por
el canal de Panamá, para llegar muchos días después
al Puerto de Veracruz en el México del año 1931. Resulta
que Doña María se encontraba en el hermoso estado
de alumbramiento, embarazada al abordar el navío, y según
me contó alguna vez, poco faltó para que mi padre
naciera abordo..
Recién
llegados a México fueron a parar a la por entonces muy reconocida
Colonia Roma en el Distrito Federal, y se avecindaron según
me cuentan en las calles de Coahuila en donde naciera Don Sergio
González Romero un 27 de Diciembre de 1931.
Incontables son también las historias que mi padre me contara
acerca de sus aventuras en las calles de la legendaria colonia Roma.
Recuerdo siempre aquella de lanzar a rodar las canicas a todo lo
largo de la calle para que los niños más pequeños
corrieran a recogerlas en un México en el que los automóviles
eran escasos, y en donde los merengues se ganaban a suerte de "volados".
Al venir de una familia con dos hermanas y una madre chilenas, era
lógico que mi Padre en sus años de juventud fuera
apodado el "chileno", por sus amigos del barrio y desde
luego en el fútbol americano, deporte en el que incursionó
jugando para el legendario Parras en la década de los cuarentas.
Simpáticas e interesantes todas las historias del "chileno"
y su banda de la colonia Roma, y en las que muy poco o casi nada
se menciona a su padre, quien falleció siendo él aún
niño.
Siendo viuda y en un País extraño a la abuela no le
quedó más remedio que salir a trabajar. En sus años
de juventud habia sido enfermera, así que se dedicó
al oficio por aquel tiempo muy socorrido de aplicar inyecciones
a domicilio. En tal quehacer recorrió a pie todas las calles
de aquel México y visitó a ricos, famosos, artistas
y abogados que por alguna razón preferían la inyección
a domicilio antes que acudir al doctor. Esta práctica era
común en nuestro País, todavía hasta hace unos
años.
Recuerdo con simpatía siempre la historia del día
que el abuelo lleva a su jóven y guapa esposa chilena a una
cena entre diplomáticos. En la cena Doña María
se percata de los collares coloridos que lucía alguna de
las damas presentes y utilizando una palabra muy chilena hoy en
desuso le dice en forma de halago: "que hermosas chiches tiene
usted"
imagine usted los enrojecidos rostros de los encumbrados
del México capitalino en la década de los treintas
cuándo mi abuela lo contaba en su siempre cariñoso
y muy marcado acento chileno que nunca perdió, se retorcía
de la risa. Ella misma reía de su ignorancia ante la picardía
mexicana.
Nunca pudo decir Tlalnepantla, para ella ese lugar siempre fue tlaneplanta,
ante las risas de sus nietos que siempre la escuchábamos
con curiosidad.
Reconfortante era su plática, como sus ravioles y sus largas
comidas en casa, siempre acompañadas de vino chileno de garrafa.
El 25 de diciembre de cada año era memorable en casa de la
abuela; allí se reunían todos los tíos, primos
y familiares que no se veían en todo el año, pero
que el día de la navidad no podían faltar a la casa
de la abuela, aunque fuera para criticarse y reclamarse unos a otros.
Ahí estaban mis primos los Negrete, que en razón de
su apellido y rancio abolengo eran siempre más pesados que
"una vaca en brazos". Resulta que la muy querida Tía
Anita, aquella que nació primero, por el año 15, tuvo
a bien casar con David, el hermano mayor del Tenor Jorge Negrete,
lo que derivó no solo en cultura artística y sin duda
talento musical para una parte de la familia, sino también
en esa suerte de hacerse eventualmente insoportables. Bueno no todos,
saludo con cariño a Felipe a quien aprecio mucho, no sea
que vaya a leer estas líneas y se ofenda, pero ahh que primitos
Y así fueron los años, hasta que un día se
va Don Sergio en tremendo accidente de tráfico y tristemente
se nos adelanta a los 55 años de edad sin haber conocido
a sus nietos que poco saben de esta historia que hoy leerán;
al año siguiente, como si quisiera alcanzar a su hijo, partió
Doña María a los 88 años de edad; impetuosa
mujer chilena que vivió con el siglo y de quien siempre fui
su nieto consentido.
Quizá sea por ellos, o en su honor, que en mi casa se descorche
todos los días una botella de vino chileno, será ¿?...
otro día les cuento de los abuelos del otro lado.
Escríbame a: sgrubiera@acticonsultores.com
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