Pareciera
que hoy por hoy, lo que se busca en el mundo del turismo es justamente
lo que nuestros Países ofrecen… Cuando digo lo que se busca,
me refiero a las nuevas tendencias y a los nuevos hábitos
y comportamientos de compra de los turistas del mundo. Y cuando
me refiero a "nuestro países" estoy hablando de
Latinoamérica…
Sí,
hoy el nuevo turista está valorando los entornos no contaminados,
está buscando nuevas opciones de naturaleza y aventura, además
de aprendizaje, cultura y tradiciones, pero de manera especial,
se está rechazando la masificación al mismo tiempo.
Y sí, todos nuestros países cumplen con estas premisas
a cabalidad y pueden encontrar una excelente oportunidad de desarrollo
económico en el turismo, siempre que se cumplan ciertas reglas
del juego.
Aunque
pareciera que las grandes urbes y las ciudades capitales ya no tienen
oportunidad, o que ésta es más limitada, en Latinoamérica
las Ciudades, además de ser interesantes receptoras de turismo,
se están constituyendo en la puerta de entrada y en centro
distribuidor de todas las provincias que ofrecen excelentes recursos
paisajísticos, de naturaleza, aventura, cultural y tradiciones
y lo más importante, baja densidad, tranquilidad y un turismo
sin aglomeraciones.
En tales circunstancias el nuevo turista que ya no quiere las aglomeraciones
de Roma, Venencia o Madrid, pero que sigue valorando los atractivos
culturales de la "Gran Ciudad", podrá acceder a
nuestras capitales, maravillarse de nuestra historia y nuestra gente
y desde allí desplazarse a los hermosos parajes de la América
latina: verde, ecológica, azul, náutica, naranja de
atardeceres, arqueológica, campestre, nativa, étnica,
salvaje, indómita y un sinfín de atributos que pueden
y deben colocar a la América latina entre las preferencias
del turismo mundial del más alto nivel.
Todo
esto implica tener un enfoque del desarrollo a largo plazo y contar
con una muy importante cultura de la preservación del medio
ambiente, los recursos naturales y el patrimonio histórico
y cultural; y si además de todo esto, logramos unificar criterios
y adecuar infraestructuras con un criterio internacional unificado
pero muy latinoamericano, estaremos entonces frente a un nuevo y
muy atractivo panorama de desarrollo económico teniendo,
como base el turismo sustentable o sostenible.
El
reto es muy grande, ya que se trata de desarrollar y de generar
riquezas conservando. Y para conservar, inevitablemente, hay que
desarrollar lo que pareciera una ironía o un juego de palabras,
pero no lo es.
Un
parque temático, por ejemplo, como los parques Xel Ha e Xcaret,
en el Caribe Mexicano, han tenido que hacer grandes inversiones,
impactar incluso algunas partes de la geografía y desarrollar
infraestructuras de apoyo, para poder lograr los objetivos de conservación
de determinadas especies de flora y fauna, educar a pobladores,
trabajadores y turistas acerca del cuidado de las especies y para
poder entenderlas mejor a partir de conocer sus entornos, su hábitat
natural y la biodiversidad implícita.
Sin
la inversión desarrollada por el grupo de Xcaret, no podrían
entenderse tan claramente algunos entornos, algunos especies y desde
luego, no se podría generar tan importante derrama como la
que estos parques generan a la región. Para conservar hay
que desarrollar.
Hay
mucho por hacer en materia de desarrollo turístico y, particularmente,
en materia de desarrollo de productos, que permitan atraer segmentos
de mercado menos sensibles al precio, y que valoren altamente los
inventarios de actividades.
El
nuevo turista se pregunta qué puedo hacer y ver en el destino
antes de elegirlo, y en ese sentido las posibilidades en Latinoamérica
son enormes. El inventario de recursos es incontable, la riqueza
es impactante y la experiencia para el viajero es y será
inolvidable. Pero es necesario gestionar el producto con visión
de largo plazo, con un principio de sustentabilidad y con un profundo
respecto por las tradiciones, la cultura y las comunidades.
El
diagnostico es común en nuestros países:
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