Casi
sin darnos cuenta, la tecnología se nos fue metiendo en casa
poco a poco hasta formar parte de nuestra vida cotidiana, hasta
un punto en que ya no podemos vivir sin el "ancho de banda",
sin la conexión a Internet y sin ver los correos electrónicos
mañana, tarde y noche. Ya no es privativo de los hombres
y mujeres de negocios, ni de los jóvenes de la nueva generación
tecnológica, no, resulta que ahora mi señora madre
ya no puede vivir a sus 67 años sin su computadora y si poder
"chatear" con sus amigas, o sus nietas. Que bueno, me
da gusto por ella y por todas las personas, que como mi madre, ha
decidido incorporar la tecnología a sus vidas.
Lo que me preocupa es que ciertamente somos altamente dependientes
de ello, y es lógico porque ya no se puede ni se concibe
hacer negocios sin conexión a internet en un mundo en el
que la velocidad de respuesta es factor clave, pero el hecho real
es que somos dependientes y ello en cierta medida, en ocasiones
le resta calidad de vida a nuestras vidas.
¿A qué me refiero? ... simple, en lugar de escuchar
un buen disco, o de abrir un buen vino con los amigos, o de simplemente
conversar con esposa e hijo, revisamos la cuenta de correo electrónico
y nos enfrascamos en ello. Bueno, tengo que decir modestamente,
que estoy generalizando sin incluirme en el ejemplo, pues he tratado
al máximo de librarme de esa situación, y es esa la
razón por la que me he resistido a los teléfonos-computadora
de bolsillo, si tuviera uno, simplemente no me podría resistir
a revisar los correos e incluso responderlos atentando con eso contra
la maravillosa paz y relajamiento que me proporciona la hora del
almuerzo con mi familia por ejemplo y el ritual de la apertura de
mi botella de vino. Me perdería de las mejores jugadas de
mis hijos en el fútbol, por responder responder correos o
de las tertulias con mi compadre los sábados, y desde luego
del placer de ver películas con mi esposa los domingos por
la mañana.
Si ya de por si, siento que soy un correo-dependiente, y estoy absolutamente
seguro que no podría sobrevivir sin mi computadora, con una
blackberry, estoy totalmente convencido de que me volvería
loco y tarde o temprano volvería locos a los que me rodean.
Por ello, no solo no avanzaré más en esta vorágine
de la tecnología, sino que me iré separando de ella
gradualmente, con la idea de que algún día seremos
solo Margarita, los viajes, la música, el vino y yo, pero
sin internet. ¿Será?
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